jueves, julio 06, 2006

Textos del catálogo INTERIORES HOLANDESES


..."En cierta ocasión, Cézanne expresó que cuando la noche cae en el mundo la pintura desaparece. Para él, la noche significaba el final de su actividad pictórica: “Necesito que sea de noche -señaló en cierta ocasión- para poder apartar mi vista de la tierra, de este rincón de tierra que me ha fundido”. Sin embargo, para Cristóbal Guerra la noche es el momento decisivo en que el mundo real, la luz del día, se eclipsa para dar paso a esa otra luz que inunda e ilumina sus “interiores”. Sus pinturas, en la soledad nocturna, reconstruyen lo que la memoria ha ido anotando y registrando a lo largo de la jornada. Es, entonces, cuando en el silencio de su estudio-taller el mundo vuelve a ser “recreado”. Sus ocupaciones profesionales y familiares le impiden, normalmente, dedicarse a sus quehaceres artísticos a lo largo del día. La necesidad, no obstante, se convierte en principio y manifiesto de su propio arte. La cámara oscura que se encuentra en el fondo de su trabajo deviene, pues, en “cámara lúcida”, metáfora que la crítica ha utilizado, precisamente, para calificar el estudio y pintura de Matisse, con los que estos interiores mantienen una total sintonía. Las burbujas o pequeños círculos blancos suspendidos en el aire, al igual que en Vermeer, son los vestigios luminosos que quedan de dicha cámara oscura -al filtrarse por las hendiduras de las ventanas del estudio- antes de convertirse en lúcida"...
Antonio Manuel GONZÁLEZ RODRÍGUEZ
LA CERTIDUMBRE ONTOLÓGICA DE LA INTERIORIDAD

..."Jugar con la impaciencia. No encuentro mejor expresión para hablar de los interiores holandeses. Unos lienzos con una larga vida propia, convocados como una suerte de secreta cofradía a la que sólo se accede una vez alcanzada la madurez. Unos interiores que ahora se presentan por vez primera en este volumen. Los interiores holandeses son una pintura de la noche del tiempo. Nocturnos que envuelven, capa a capa, la memoria de imágenes volanderas que un simple soplo de aire – Hokusai – puede en cualquier momento aventar. Parece que el temor a ese siroco nuestroafricano que todo lo iguala, que todo lo mata, haya llevado a Guerra a querer fijar en las paredes de sus lienzos esta red de imágenes, esta sobreimposición de radiografías de sueños. Apuntadas, solapadas incluso, como aquellas imágenes que los indígenas americanos escondían tras los altares de los católicos conquistadores. Preservando la memoria entre nuevos muros.
Interiores de cabaña en las ramas de una morera.
Interiores de un estudio de Montmartre.
Interiores de un taller ebrio, de una luz compleja y móvil. Añiles. Ocres. Anaranjados. Escenografías de una nueva cabaña bañada por noches fuera del tiempo. Una pintura que parece que quisiera acompañar en su tránsito el recorrido de las sombras sobre los muros de unas paredes imposibles, levantando paneles para un nuevo laberinto. Para no volver a salir del sueño moderno. Para buscar esa tierra que afuera huele a agua. Para seguir la mirada desde el umbral y recorrer los muros levantados de ese nuevo hortus conclussus, ese lindero que Guerra ha alzado para cartografiar una nueva isla dentro de la isla. Insulario.
Paños que actúan como espejos imposibles.
Frontones en donde rebotan algunas de las preguntas que Guerra lleva haciéndose muchos años. Devolviendo miradas como espejos esquivos que llevan su luz a los aparadores de Vermeer, a los vértices de Padrón, al silencio de Arozarena.
Interiores holandeses de un alpendre horadado de ventanales que invitan a la noche a enseñorearse de la mirada.
Cada interior un haiku"...
Franck González
INTERIORES HOLANDESES